¿Nuevo contrato social para el siglo XXI?


Todos y todas hemos efectivamente firmado este contrato social para el siglo xxi que nos afecta y que afectará a nuestros hijos/hijas en el futuro si nada o nadie lo impide. Es duro ver que nuestro mundo es un lugar cada vez más inhumano y que cada día pierde más de su belleza y de su riqueza gracias al animal más destructivo que ha habitado el planeta Tierra.

A veces cuando alguien me pregunta qué tal estoy y le respondo que «bien, dentro de lo que cabe» o «regular, este mundo es una mierda» se sorprenden y algunos me dicen con una sonrisa: «No te puedes quejar, lo tienes todo en la vida: trabajo fijo, dos niños preciosos, un matrimonio feliz, no hay enfermedades en tu familia…» y yo siempre pienso que sería verdaderamente feliz si el futuro que nos espera a nosotros y a nuestros hijos no fuera tan oscuro y deprimente.


A menudo pienso que no tiene sentido que nos quejemos constantemente sin hacer nada. Mis alumnos y alumnas ya está acostumbrados a escuchar mis arengas pidiéndoles que reciclen, que no malgasten, que no se dejen avasallar, que no sean consumistas impulsivos, que sean críticos, solidarios, respectuosos con los otros, los que son diferentes, pobres… que salgan a la calle a pelear por sus vidas y por su mundo futuro en vez de salir a la calle sólo cuando el Recre sube a primera división….y es entonces cuando me planteo seriamente que tengo que hacer algo, pero me digo: ¿cuando? ¿cómo?


Diariamente me levanto maldiciendo el trabajo, no porque no me guste mi trabajo sino porque preferiría trabajar a mi ritmo, los días que yo elija y menos horas, para poder disfrutar de lo que realmente importa, mi familia, mis amigos, mi propia soledad y libertad para hacer lo que me plazca y para poder viajar y descubrir cada rincón de este planeta. Pero tengo que ir a trabajar para poder sobrevivir dentro de este contrato social y poder guardar algo para mañana para mis hijos, por si les hace falta, seguramente.

contrato social

Y lo más triste es que la mitad de lo que ganamos trabajando es para pagar artículos de consumo de esas empresas que al mismo tiempo nos están matando. Por ejemplo: gastamos más electricidad porque compramos y tenemos más aparatos eléctricos que nos hacen cosas que podríamos hacer nosotros mismos y eso hace que se contamine mucho más para producir más energía y ese CO2 nos está matando y reduciendo la vida de este planeta en progresión geométrica.
Constantemente intento (con relativo éxito la verdad) no venderme a diario a la estúpida ética social impuesta por el grupo que dice que si no quieres ser menos que tu vecino/tu amigo tienes que comprarte una casa mejor, un coche que corra más o que tenga más maletero, hacer un banquete de bodas/comunión… mejor que el de tu amigo/vecino, comprar las marcas/productos de moda o que más se anuncian aunque sean indecentemente más caras y enriqueciendo aún más a los que ya son extremadamente ricos.

A menudo me asombro de ver que ciertas personas actúan de tal forma que cualquiera diría que creen que son eternas o inmortales: malgastan horas y más horas de su vida (que podrían usar para estar y disfrutar con los que quieren) sacrificándose por conseguir simplemente dinero, dinero que creen necesitar para ser felices. Pobres, no saben que todo esto es un engaño.

Los/las que hemos sufrido una experiencia límite (eso que llaman ECM ) somos en cierto modo privilegiados/as porque se nos ha desvelado parte del engaño: la vida es un sueño breve e impredecible y debes intentar sacarle el máximo a cada momento y disfrutar al máximo de aquello/aquellas personas que te hacen ser feliz porque mañana…quien sabe si ya no serás parte de este mundo y todo por lo que habías estado luchando simplemente se desvanece para siempre.


Cada día intento seguir la estela de los que quiero y admiro porque son «auténticos,» no son «borregos» dispuestos a tirarse por el precipicio simplemente porque «eso es lo que todos hacen» y a aguantar sin protestar la impresentable actuación de nuestros gobiernos a los que les sobra dinero para ayudar a los banqueros pero no tienen dinero para ayudar a los países que atraviesan verdaderas crisis humanitarias. Y es a ésos/as otros que no son borregos/as a los que incluyo en mi cada vez más escaso grupo de verdaderos amigos/as y compañeros/as.


Y cada día vivo con la esperanza de que haya mucha más gente que piensa como yo, que no se calle y al menos diga lo que piensa y no dé por supuesto que acepta sin oposición la realidad en la que vivimos, y de que cada día hagamos un poquito más para cambiar el mundo y seguir haciendo «ese poquito» aunque por dentro pensemos que no va a servir. Mas vale intentarlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies